Monday, March 7, 2011

Comer juntos en Familia! ¿Qué tan a menudo tú lo haces?

Según el Centro Nacional de Adicciones y Abuso de Sustancias de la Universidad de Columbia (CASA), un tercio de los adolescentes beben alcohol, fuman marihuana o toman cocaína cuando van a las fiestas de sus amigos. Si quieres que tu hijo no forme parte de esta estadística, usa la mejor arma de prevención: cenar en familia y dialogar mucho. Un estudio de CASA dice que estas comidas evitan que nuestros hijos caigan en las adicciones.

¿El vertiginoso estilo de vida te supera y cada miembro de su familia hace la suya? ¿La mesa del comedor está de adorno porque ya nadie tiene tiempo de usarla? ¿Las comidas multitudinarias han quedado en el recuerdo como algo del siglo pasado? Pues detente un instante y piensa cómo juntar a tus familiares y recuperar el ritual de la mesa, porque las comidas en familia, además de ser divertidas, previenen adicciones.



La mesa es un lugar sagrado, que nos permite a los Padres, poder conectarnos con nuestros hijos después de un día largo de trabajo.
¿Cómo lograrlo? Pues no tienes excusas. Si la cena no ha dejado de ser una costumbre, empieza por recuperarla: recuerda que para los hispanos es muy importante sentarse juntos y compartir. No dejes que la vida ajetreada te obligue a perder ésta tradición.



Para empezar, sigue estos pasos simples:
  • Haz una lista de compras para toda la semana pensando en el menú de cada día. Pueden ser comidas simples, pero cuida que incluyan estos grupos de alimentos: hidratos de carbono (pastas), legumbres (guisantes y lentejas), verduras, frutas, carnes y pescado.
  • Deja precocinados los pescados y las carnes y consérvalos en el freezer. Guarda las verduras en un sitio fresco. Así, cuando llegues del trabajo, podrás calentar lo que dejaste hecho y asegurarte una buena cena.
  • Invita a tus hijos a participar. Puedes pedirles que se encarguen de la ensalada o que te ayuden a lavar las frutas. Incluirlos en estos rituales los ayuda a comunicarse contigo
  • No permitas que coman solos en sus habitaciones, mirando televisión y a cualquier hora. Tienes que inculcarles la importancia de compartir opiniones, comentarios y experiencias al menos una vez al día.
  • A la hora de terminar la cena, cada quien deberia tener una tarea tal como, recojer los platos de la mesa, lavar los platos, botar la basura, etc.
"Empíricamente, y sin conocer cifras, podríamos afirmar que el valor que le damos aquí a la comida en familia, con amigos o al asado de los domingos, es muy alto. Esta encuesta muestra que la valorización, la frecuencia y la duración de nuestras comidas semanales en familia son mayores que en otros países del mundo", opinó la doctora María del Carmen Hiebra, jefa del Servicio de Adolescencia del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez en Argentina.


Una encuesta mundial presentada ayer asegura que siete de cada diez argentinos preparan comida casera más de seis veces por semana, lo que deja atrás a Europa, los Estados Unidos y el resto de América latina. Lo mismo ocurre con la frecuencia con la que padres e hijos comparten la mesa: el 95% de las comidas del día se disfrutan alrededor de la mesa hogareña.

Sigue esta actividad y veras los siguientes beneficios en nuestros hijos:
Menos riesgo de obesidad
Menos abuso de las drogas
Menos fumar
Menos desordenes de comer
Mejor posibilidad de graduarse de la escuela secundaria
Mejor vocabulario
Mejor destreza en leer
Mejor nutrición (de proteínas y calcio)
Comer más frutas y verduras
Comer menos alimentos fritos.
Beber menos gaseosas
Mejor autoestima
Mejor automotivación
Menos actividades de alto riesgo.

Las comidas en familia hacen resurgir la tradición oral, la conversación. Los expertos en desarrollo infantil dicen que los niños —especialmente los adolescentes— se comunican mejor con sus padres cuando tienen una actividad secundaria que elimine parte de la presión. Untar con mantequilla una rebanada de pan, volver a llenar el vaso de jugo, y servirse un poco de ensalada en el plato, proporciona la distracción perfecta para que ustedes les pregunten cómo les fué en el día, compartir sus creencias y escucharlos, haciendo que sus hijos se sientan lo suficientemente cómodos para abrirse y compartir también sus intereses y preocupaciones.

Una vez que la comunicación se vuelve fluida, tenemos la oportunidad de analizar con nuestros hijos las experiencias que tuvieron en el día, para ayudarles a tener la perspectiva de Dios y considerar las cosas en un contexto bíblico. No se trata de darles un sermón, ni de tener un devocional familiar, sinó de un tiempo para conectarse, animar, exhortar y hacer preguntas sobre todo lo que el mundo les hizo experimentar ese día.

El Dr. Donald W. Welch, profesor de Educación Cristiana y Estudios de la Familia en MidAmerica Nazarene University, compara a momentos como éstos, con hacer depósitos en la cuenta bancaria emocional de un niño. Cuando las cosas se vuelvan problemáticas entre usted y su hijo, o cuando llegue a una edad en que comenzará a alejarse de la familia, el recuerdo de las veces que se sentaron a comer juntos será de inmenso valor. Usted descubrirá que esa experiencia le ayudó a acumular un jugoso "saldo" que puede utilizar.
Sinó ha empezado, empieze ahora mismo! Nunca es tarde!

 
!!!!Prestarle la atención a su familia, no al mundo, por una hora por día!!!



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